La pequeña se aturdió tanto que se vio incapaz de
tocarla y abandonó la sala entre sollozos. Beethoven corrió tras ella y le preguntó el porqué no había podido seguir con su pieza. Teresa, limitó a excusarse asegurando que todas las composiciones eran muy difíciles. Para sosegarla, el músico, prometió componerle una sonata sólo para ella.
Y así fue, al día siguiente, la joven pianista recibió una partitura inmortal. Se titulaba “Para Teresa” (Recuerdos del 27 de abril de 1810).
La pieza ha pasado a la historia bajo el título de “Para Elisa”, pero no se sabe bien si por error de algún copista o por la mala caligrafía del genial compositor.
Aunque la vida amorosa de Beethoven es algo confusa y bastante desconocida, algunos indicios apuntan a que la precoz pianista no era otra que Teresa Malfatti, de la que años después, al reencontrarla, se enamoró y quiso contraer matrimonio, siendo rechazado por la inspiradora de una de las sonatas más famosas de la historia de la música.
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